El día 9 de junio, coincidiendo con Día Internacional de los Archivos, se presenta en el salón de actos del Archivo Histórico Nacional de Madrid el facsímil de los Cartularios de Valpuesta.
Pentagraf Impresores, felicita a los editores de Siloé por la creación de este facsímil (una réplica a la altura del original) y se enorgullece de haber formado parte del colectivo de 70 empresas, la mayoría de ellas artesanas, que con su participación han hecho posibles este proyecto. El Cartulario de Valpuesta contiene los vestigios escritos más remotos del origen del español.
Al acto de presentación de esta obra se espera la asistencia de personalidades del mundo de la cultura de la política, para presenciar la recreación de estos documentos que forman parte de las raíces más profundas del castellano.
Las primeras palabras en lengua romance se comenzaron a escribir en el siglo IX en la localidad burgalesa de Valpuesta, situada en el Valle de Valdegovía, dejando el latín reservado para los conventos y monasterios de la época. Estas primeras quedaron plasmadas en los llamados cartularios, una colección de documentos notariales que recogían una especie de ‘copia de seguridad’ sobre donaciones, juicios, ventas, cambios y demás tipos de contratos procedentes de los originales que albergaban los archivos de la Corona, los obispados o monasterios.
El Cartulario de Valpuesta consta de dos volúmenes de gran importancia histórica además de su belleza caligráfica. Un volumen es del siglo IX y el otro del XIII conocidos como becerros Gótico y Galicano de Valpuesta. El Becerro Gótico (o Antiguo) consta de 187 documentos escritos en diferentes momentos por más de una treintena de escribanos entre 804 y 1140. El Becerro Galicano contiene 138 cartas del libro antiguo y tres nuevas que fueron copiadas por el canónigo de Valpuesta Rodrigo Pérez de Valdivielso, en el año 1236. Por lo tanto, estamos ante dos Cartularios separados por cuatro siglos.
El facsímil Cartulario de Valpuesta ha sido realizado por la editorial burgalesa Siloé y para ello ha trabajado intensamente durante estos últimos cinco años. Fruto de ello es esta réplica en la que no se ha escatimado ni los más mínimos detalles. Como ejemplos, Siloé ha completado la copia con unos herrajes como los que se supone que tuvieron estos dos volúmenes del siglo IX, así como reproducir las complicadas ‘lengüetas’ que no se habían visto en otros códices. En definitiva se ha podido conseguir una réplica prácticamente igual al original.