Imágenes de cine – Eduardo Muñoz Bachs
Autores: VV.AA.
» 212 páginas
» Formato: 21 x 30 cm.
» P.V.P: 36 €
» Idioma castellano / inglés
» Año de publicación: 2012
» Impreso: en papel GardaPat 150 gr. en trama estocástica.
» Encuadernación cartoné y cosido con hilo vegetal.
» ISBN 978-84-935843-1-3
Eduardo Muñoz Bachs (Valencia 1937 –La Habana 2001), hijo de dos catedráticos de enseñanza media, nació en Valencia por circunstancias directamente relacionadas con la contienda civil ya que, en esos momentos, su padre, Eduardo Muñoz Nicart, estaba destinado como capitán del ejército republicano en el frente del Ebro. Tras la derrota, la familia pudo reunirse en París y, en 1940, ante la amenaza nazi, se embarcaron en Marsella con la intención de instalarse en México, aunque, finalmente, decidieron residir En La Habana, una de las escalas del viaje hacia el exilio.
En 1975, Eduardo Muñoz Bachs comenzó su andadura profesional en la capital cubana, realizando dibujos animados para la agencia publicitaria Siboney. Y en 1959, finalizada la dictadura de Batista, el gobierno revolucionario intentó una renovación cultural que, en el terreno de la plástica, contó con la colaboración de una importante comunidad de artistas interesados en explorar la estética popular y la de la modernidad. En ese mismo año, se creó el ICAIC (Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos).
Eduardo Muñoz Bachs fue uno de los fundadores de la entidad para la que creó el cartel de Historias de la Revolución, una película de Tomás Gutiérrez Alea, que se ha dado en considerar como la primera obra posrevolucionaria. Y prolífico como pocos Muñoz Bachs (creó más de dos mil carteles a lo largo de su vida), tras cuarenta años de relación profesional con el ICAIC, mantuvo siempre un alto nivel profesional, conciliando las más innovadoras propuestas gráficas con las del gusto popular. Esa nueva manera de hacer influyó en las enseñanzas artísticas y, asimismo, en todas las organizaciones políticas y sociales interesadas en resolver su estilo comunicativo recurriendo al mundo del diseño. Se puede decir que en Cuba apareció una gráfica alternativa a la de la sociedad de consumo, que proporcionó a los carteles una nueva justificación, libre de la histeria competitiva de la publicidad comercial occidental.
Sobre Muñoz Bachs ha escrito Rogelio Riverón: “Hay una callada manera de ser grande. Ese gesto de nobleza puede, efectivamente, embotar algunas percepciones, dejar en lo oculto eso que llamamos el mérito, pero sólo por un tiempo. Presentándose a sí mismo como un sencillo ilustrador, Eduardo Muñoz Bachs tuvo el valor de fundar un mito, cuyas evoluciones mantienen su resonancia perturbadora hasta el día de hoy. Nos seguirán siendo familiares aquellas figuras que, en sus carteles, nos miran con ojos de inusual profundidad, sus trazos nerviosos, su colorido criollo. Es como si la cultura cubana hubiera intuido que un día llegaría Muñoz Bachs a ser grande oblicuamente, que es trabajar para la posteridad sin pensar en ella.»